Neuroética: La frontera final del ser humano en la era de la tecnología

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Conferencia de Antonio Carrara sobre neuroética
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*“Sólo una neuroética animada por la ética, y una ética abierta a la luz del conocimiento neurocientífico, podrá dar origen a una verdadera cultura del cuidado del cerebro y de la persona humana”, aseguró el conferencista.

Este viernes, en el auditorio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima, como parte de las actividades del Congreso Internacional “Ética, Paz y Medio Ambiente”, se realizó la conferencia virtual “Neuroética, ética de las neurociencias y neurociencias de la ética”, impartida por el Doctor en Biotecnología Alberto Carrara, una de las voces más autorizadas a nivel global en este campo emergente.

El ponente, que se encontraba en la Ciudad de Roma, Italia, es profesor de Antropología Filosófica y Neuroética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y en la Universidad Europea de Roma, así como coordinador de grupos de investigación en Neurobioética. En su charla, abordó con profundidad una disciplina que se ha erigido como conciencia crítica frente a la cuarta revolución industrial.

La conferencia inició con la definición de la neuroética como un neologismo que responde a la encrucijada actual de la humanidad. Carrara citó al Papa Francisco en su encíclica Laudato Si (número 102), donde el pontífice advierte que “nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma, y nada garantiza que lo utilice bien”. Esta idea sirvió como punto de partida para explicar cómo la convergencia de lo biológico, lo digital y lo cognitivo sitúa al cerebro humano como la nueva “frontera tecnológica y moral”.

“El salto técnico sin una maduración ética conduce a un desequilibrio antropológico profundo”, señaló Carrara, parafraseando la advertencia del Papa. Frente a este panorama, dijo, la neuroética nace no como un límite externo a la ciencia, sino como una “dimensión interna de la racionalidad humana” que busca integrar el conocimiento, la responsabilidad y el sentido.

El Dr. Carrara estructuró su ponencia en torno a la distinción conceptual propuesta en 2002 por la neurocientífica Adina Roskies, que divide la neuroética en dos grandes áreas:

La Ética de las Neurociencias: Se ocupa de los dilemas morales derivados de la aplicación de las neurotecnologías. Aquí, la reflexión se centra en el uso responsable de herramientas como la estimulación cerebral profunda, los fármacos nootrópicos o las interfaces cerebro-máquina. Preguntas clave: ¿Es lícito modificar el estado mental de una persona? ¿Qué límites poner a la “mejora” cognitiva? ¿Cómo proteger la privacidad de los datos neuronales?

Las Neurociencias de la Ética: Es el estudio de los fundamentos biológicos y neuronales de la moralidad. Utiliza la neurociencia para comprender mejor al ser humano. Investigaciones emblemáticas en este campo han identificado circuitos neuronales implicados en la empatía, el juicio ético y la toma de decisiones morales, reactualizando el clásico “Trolley Problem”.

El “Trolley Problem” o “Dilema del tranvía” es un experimento mental en ética que plantea un dilema moral sobre la toma de decisiones. Habla de un tranvía fuera de control que va a atropellar a cinco personas amarradas en una vía. Una persona puede accionar un botón para desviar el tranvía hacia otra vía donde hay una persona atada. La pregunta aquí es: ¿debería accionar el botón sacrificando a una persona para salvar a cinco?

Durante la ponencia, el doctor Carrara narró de manera cronológica la aparición por primera vez del concepto Neuroética, señalando que esto ocurrió en el año de 1973, cuando la neuropsiquiatra Annalise Alma-Ponsos introdujo por primera vez dicho término en un artículo científico, concibiéndolo como una perspectiva integradora entre la modulación cerebral y la moralidad.

Para 1989, el neurólogo Ronald G. Cranford retoma el concepto para referirse a los dilemas éticos en la práctica clínica neurológica, como la definición de muerte cerebral, pero no es sino hasta el año 2002 que se consolida esta disciplina.

Para ilustrar los desafíos actuales, el experto mencionó varios proyectos y tecnologías concretas: Interfaces Cerebro-Máquina, Organoides Cerebrales y Salud Mental. Respecto al primero, destacó tecnologías como Neuralink, de Elon Musk, que prometen devolver la movilidad a pacientes paralizados, pero que también plantean la posibilidad de fusionar el cerebro con la inteligencia artificial, generan dilemas sobre la autonomía y la privacidad mental.

Sobre los Organoides Cerebrales, mencionó que éstos son mini-tejidos neuronales cultivados en laboratorio a partir de células madre. En ese sentido, alertó sobre los cuestionamientos éticos que surgen: “¿Podría un organoide llegar a tener algún grado de sensibilidad o conciencia? ¿Qué estatuto moral tendrían estos sistemas biohíbridos?”, entre otros.

En el tema de salud mental, como último ejemplo, destacó la vulnerabilidad de los pacientes con enfermedades mentales graves y la necesidad de una “neuroética de la atención” que restaure su dignidad más allá del mero diagnóstico.

Al concluir, el Dr. Carrara enfatizó que la neuroética es una “hermenéutica del cerebro humano”, un ejercicio de autocomprensión que une conocimiento y sentido. Frente a la tentación del reduccionismo que ve al ser humano como un conjunto de “sinapsis-algoritmos”, propuso una visión organicista e integradora.

“Sólo una neuroética animada por la ética, y una ética abierta a la luz del conocimiento neurocientífico, podrá dar origen a una verdadera cultura del cuidado del cerebro y de la persona humana”, aseguró. Por último, dijo que “el objetivo final es orientar el poder transformador de la neurotecnología hacia la justicia, la esperanza y el bien común, sin olvidar nunca el misterio inherente a cada persona”.

Vea la conferencia completa en: https://www.youtube.com/live/bQA27WIIIrE

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